jueves, 29 de noviembre de 2012

El Gato en el Antiguo Egipto

Entre los numerosos animales domésticos con que contaban los egipcios, merece la pena destacar al gato. 
Hay bastante polémica sobre su origen, pero todo parece indicar que procedía del Felis silvestris lybica, una especie salvaje del norte de África. Aunque hay restos de un culto religioso a Bastet ya en las primeras dinastías, no será hasta el Imperio Medio (2060-1786) cuando se generalice su representación en las tumbas.


"Yo soy el Gran Gato que inauguró el árbol Yeshed en Heliópolis, en aquella noche en que fueron anonadados los enemigos del Dueño del universo..." Capítulo XVII del Libro de los Muertos.

Entre los numerosos animales domésticos con que contaban los egipcios, merece la pena destacar al gato. Hay bastante polémica sobre su origen, pero todo parece indicar que procedía del Felis silvestris lybica, una especie salvaje del norte de África. Aunque hay restos de un culto religioso a Bastet ya en las primeras dinastías, no será hasta el Imperio Medio (2060-1786) cuando se generalice su representación en las tumbas, y esta situación pervivirá hasta finales del siglo IV d.C. Estas primeras representaciones en el Imperio Medio coinciden con la aparición de las primeras momias de este animal.

La popularidad del gato entre los egipcios se debía principalmente a su eficacia para librar las casas y graneros de roedores y serpientes. Más adelante se usó al gato como auxiliar en las actividades de caza, sobre todo de aves, sustituyendo al perro en estas labores.

 Esta es una de las capacidades que más llama la atención de los gatos egipcios. Efectivamente, existen varias pinturas murales en tumbas donde se observa al dueño de la misma en compañía de su mujer e hijos, practicando la cacería, actividad a la que eran muy aficionados los miembros de las clases superiores. En estas escenas se ve a la familia sobre una barca que navega entre las matas de papiros. El señor está de pie a punto de lanzar una especie de bumerán, que no es más que un palo curvo que no regresaba, sobre la presa (normalmente ánades). La función del gato es recoger las piezas abatidas y depositarlas en la barca. Este gato amaestrado, que aparece representado sobre todo en el Imperio Nuevo, llama precisamente la atención porque no sabemos cómo los adiestrarían los egipcios para esa función.



El nombre que los egipcios daban al gato era miu, en lo que parece claramente una onomatopeya más que un nombre. Los gatos actuales parecen haber perdido los rasgos característicos de sus antepasados egipcios, aunque el abisinio sigue recordando a las estatuas de Bastet.
Herodoto (484-424 a.C.), historiador griego conocido como el padre de la historia, viajó por Egipto hacia el año 450 a.C., país al que dedica el segundo libro de su obra Historias. En él nos narra con detalles las costumbres del pueblo egipcio, y entre éstas el culto que se rendía a los animales, aunque hay que tener en cuenta que estas costumbres se refieren a la Época Tardía, cuando Egipto estaba en decadencia total y nada o poco tenía que ver con el esplendor de los anteriores siglos. Aún así, es interesante lo que cuenta. 

Dice Herodoto:

"...la gente de las ciudades ofrecen sacrificios de esta manera: adoran al dios al cual está consagrado el animal, cortan al rape el pelo de los niños, o solamente la mitad o incluso la tercera parte, y el peso en plata del pelo cortado se entrega a la servidumbre del animal en cuestión. Con este dinero se compra el pescado con que se nutre a los animales sagrados.

"Si alguien mata voluntariamente a uno de estos animales es condenado a muerte y si lo hace involuntariamente, paga una multa que fijan en cada caso los sacerdotes...



"Cuando se declara un incendio, es sorprendente lo que sucede con los gatos. La gente se mantiene a cierta distancia cuidando a los gatos y sin preocuparse lo más mínimo de apagar el fuego. Pero los gatos se escurren por entre la gente o saltan sobre sus cabezas y se precipitan en el fuego. Y cuando esto sucede, los egipcios se quedan muy apenados. Cuando en una casa perece un gato de muerte natural, todos sus inquilinos se afeitan las cejas (...). Los gatos muertos se llevan a un lugar sagrado donde son embalsamados y luego se entierran en Bubastis (...)."

Otro autor griego, Diodoro de Sicilia, narra el caso de un soldado romano de las tropas de César, que hacia el año 50 a.C. mató sin querer a un gato. Una multitud furiosa de egipcios linchó al pobre hombre, que no se salvó de la muerte, a pesar del temor que entonces tenían los egipcios hacia los romanos. Ni siquiera le pudieron salvar los emisarios que envió el rey egipcio.



Aunque matar a un gato era un acto vil y castigado con una dura pena, muchos individuos pensaron que el peligro del castigo no era tan grande como el negocio que habían encontrado: criar gatos, matarlos (ellos pensaban que piadosamente y eso que les retorcían el pescuezo), embalsamarlos, momificarlos y venderlos a peregrinos crédulos que realmente pudieran pensar que la camada embalsamada que esos hombres tan simpáticos vendían eran de cachorros muertos por causas naturales y que, por supuesto, no iban a dejar que se pudrieran por ahí pudiendo estar en sus propias tumbas.
Aunque ésta es solo una cruel anécdota, hay otra reciente que más que cruel produce cierta pena. Desde siempre, en Europa, se han estudiado diferentes documentos del norte de África y el Sud-este de Asia donde se podían encontrar tanto recetas médicas como compuestos de abono con materiales e ingredientes exóticos. En uno de esos documentos constaba una crema rejuvenecedora que se consideraba “milagrosa”, y que contenía “polvos de Momma”. Los europeos, tan listos ellos, dieron por supuesto que ese tal Momma debía de ser Momia, y empezaron a hacer incursiones en Egipto buscando momias para machacar y poner a sus compuestos y cremas para echarse en la cara y todo el cuerpo. Craso error, ya que Momma no significaba momia, sino betún.
No solo eso sino que a mediados del siglo XIX se encontró en Beni Hassan un cementerio con más de 300.000 momias de gatos. Aunque desconozco la autoría de esta atrocidad, se llevaron las momias a la ciudad de Alejandría donde las machacaron y las mezclaron con abono, y las vendieron a campesinos ingleses por cuatro duros cada saco.
Orígenes
El gato montés africano (Felis líbyca) al cual se lo considera actualmente como una variante más estilizada del gato montés euroasiático (Felis silvestris). Actualmente existen alrededor de 50 razas, de las cuales más de la mitad se han creado en este siglo por mutaciones y recombinación genética.
El gato, al igual que sus primos salvajes, reúne una serie de cualidades estéticas sumamente valoradas por el ojo humano. La armonía y el equilibrio de sus formas producen un efecto de belleza insuperable. La elegancia y plasticidad de sus movimientos, que provoca que en ocasiones pareciera estar caminando en el aire, se nos representa como una maquinaria perfecta, sobre todo cuando despliega su destreza predatoria.


Cuando no alcanzamos a comprender un fenómeno, se nos convierte en un misterio y crece nuestro interés en el mismo. El comportamiento y la personalidad del felino, tantas veces catalogado de enigmático sigue siendo, a través de los siglos, ni más ni menos que eso, un misterio. Sólo sabemos que en su mayor parte está regido por su código genético de conducta y recién en los últimos años estamos comenzando a interpretarlo. Este es uno de los grandes desafíos que afronta actualmente la etología.
Si hay una palabra que puede definir la sensación del hombre frente al gato, esta es fascinación. Los gatos poseen características comunes con el resto de los felinos, como por ejemplo cara corta, grandes ojos frontales, fuertes y largos colmillos y eficientes muelas carniceras en ambas mandíbulas. La presencia de garras retráctiles (le facilitan el andar tanto en el suelo como en los árboles), además de miembros posteriores cortos y robustos, le permiten optimizar la cacería solitaria al acecho. Todas estas características hacen de los felinos los máximos predadores de la escala zoológica.
Aunque sus antecesores ya paseaban por la tierra hace unos 12 millones de años, sólo han pasado 4.000 años desde que se domesticó al gato. Los antiguos egipcios fueron los primeros en usarlos para controlar a los roedores en sus graneros, pero existen pruebas de gatos salvajes que compartían cavernas y poblados con los humanos de mucho tiempo antes.
La historia posible.
Según cuentan los historiadores, el gato comienza a acercarse a los graneros en el Antiguo Egipto (3000 años AC) atraído por la gran oferta de roedores que por ese entonces se comían una buena parte de las cosechas de aquellos primitivos agricultores. Para los egipcios, la llegada de los felinos fue interpretada como un envío divino para proteger sus cosechas. Esto, más su adoración posterior los llevaron a crear una diosa llamada Bast, que tenía cuerpo de mujer y cabeza de gato; ella simbolizaba la fecundidad, la belleza y la luz entre otras cosas.

Es de suponer que con el tiempo las nuevas generaciones de gatos fueron fijando genes de domesticación con lo cual mejoraron el nivel de convivencia con el hombre compartiendo gradualmente sus hogares.
Aparentemente los romanos se encargaron de llevar el gato desde Egipto al resto de su vasto imperio, incluyendo Asia y Oriente y así lentamente pero con paso muy firme, el gato comienza a ocupar un nuevo espacio al lado del hombre como experto cazador de ratones.
Desde aquel entonces ha corrido mucha agua bajo el puente y el gato ha sufrido variadas adoraciones y persecuciones (casi se extingue en Europa en tiempos de la Inquisición) a lo largo de la historia. Así llegamos a fines del siglo pasado, donde se inicia la cría organizada y también comienza un cambio en la relación hombre-gato con un ascenso en la valorización como animal de compañía.
A finales del siglo XX, el gato se ha posicionado como uno de los dos más importantes animales de compañía de toda la historia de la humanidad. En el año 1985 se registra por primera vez en EEUU que la población de felinos (50 millones), sobrepasaba la población de caninos ( 49 millones), manteniéndose actualmente esa tendencia. En muchos países de Europa la cantidad de gatos es igual o superior a la de perros y en el resto de los países del mundo día a día sigue ganando posiciones.

Anécdotas Históricas.


Momias de gatos.
Hace apenas sesenta años, se descubría en Egipto central, en Beni Hassan, un verdadero cementerio, donde trescientos mil gatos embalsamados y momificados dormían desde hacía milenios. ¿Cuál fue el destino de este extraño y precioso descubrimiento?.
No habiendo ningún arqueólogo presente para detener ese vandalismo, se lo destruyó neciamente y su pérdida es irreparable. Hubiera bastado con conservar al azar una centena de esos gatos para que hoy supiéramos cuál era el color, la textura del pelo de los primeros gatos. Hubiera bastado con poder extraer la media para tener la idea aproximada de su tamaño. Por un pasmoso concurso de circunstancias, se apiló ese montón de gatos en la bodega de un barco que partía hacia Inglaterra y se lo vendió…como abono!
El profesor W.M. Conway, en el English Illustrated Magazine de la época, ha proporcionado todas las precisiones acerca de este crimen inexcusable…Veinte toneladas (veinte mil kilos de gatos egipcios admirablemente conservados) fueron de ese modo transportados hasta Liverpool y la casi totalidad, vendida a los campesinos al precio de cuatro libras la tonelada, fue mezclada a la tierra inglesa como el más prosaico de los estiércoles…!